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El Mecanismo es una propuesta de ciudad que sienta las bases de un nuevo modelo social. Una sociedad basada en un futuro hipotético. En el que se plantea la arquitectura como elemento esencial de ese nuevo modelo y su capacidad para condicionar en una determinada dirección ciertos aspectos de la vida de sus habitantes. En ese sentido, la arquitectura es capaz de regular las maneras de socialización, de movimiento y de otros muchos aspectos. Al ocupar espacio y generarlo, de alguna manera la arquitectura condiciona la vida de las personas, y en cierto modo ejerce una función que predetermina las acciones diarias de los ciudadanos.

 

El Mecanismo supone, por tanto, una crítica al control que la arquitectura hace de esas acciones cotidianas, que a menudo pueden suponer una reducción de libertad. De esta manera, el proyecto, lo lleva a su máxima expresión concluyendo en que esas formas generan un modelo de sociedad semi-autoritario, en el que el la Autoridad Máxima es la Arquitectura.


Este modelo distópico se narra desde la ironía, y así se disfraza de lo que no es: una utopía. Por una parte, se puede llegar a pensar que este control es bueno. Ya que redundaría un buen diseño, en una mayor eficiencia, productividad, sostenibilidad, seguridad, igualdad o salubridad de la ciudad, por muy controladora que pretendiese ser la forma arquitectónica. Aspectos como los anteriores, así mismo, podrían redundar en una sociedad más virtuosa y armoniosa, y de alguna manera en la felicidad de sus habitantes.


La ambientación retro del proyecto, escenifica el imaginario colectivo de la sociedad ideal de los años 50-60 en EEUU, período en el que el Capitalismo se encontraba en uno de sus puntos más álgidos. Este proyecto, puede decirse que se asienta en alguna de esas bases, respecto de la productividad, eficiencia o competitividad, pero de manera perturbada, que ha degenerado en una radicalización de esos conceptos, cosechando otros de otras ideologías. Ahora, las personas son vistas como piezas de un mecanismo en el que la eficiencia, productividad o beneficio económico están por encima, y del buen funcionamiento de los
mismos, depende la armonía y virtuosismo de la ciudad. Esto genera, sin duda, una ambigüedad controlada como la que se produce en novelas de ciencia ficción como “Un mundo
feliz” de Aldous Huxley o “1984” de George Orwell.

Referencias

El Mecanismo es una propuesta de ciudad que sienta las bases de un nuevo modelo social. Una sociedad basada en un futuro hipotético. En el que se plantea la arquitectura como elemento esencial de ese nuevo modelo y su capacidad para condicionar en una determinada dirección ciertos aspectos de la vida de sus habitantes. En ese sentido, la arquitectura es capaz de regular las maneras de socialización, de movimiento y de otros muchos aspectos. Al ocupar espacio y generarlo, de alguna manera la arquitectura condiciona la vida de las personas, y en cierto modo ejerce una función que predetermina las acciones diarias de los ciudadanos.

 

El Mecanismo supone, por tanto, una crítica al control que la arquitectura hace de esas acciones cotidianas, que a menudo pueden suponer una reducción de libertad. De esta manera, el proyecto, lo lleva a su máxima expresión concluyendo en que esas formas generan un modelo de sociedad semi-autoritario, en el que el la Autoridad Máxima es la Arquitectura.


Este modelo distópico se narra desde la ironía, y así se disfraza de lo que no es: una utopía. Por una parte, se puede llegar a pensar que este control es bueno. Ya que redundaría un buen diseño, en una mayor eficiencia, productividad, sostenibilidad, seguridad, igualdad o salubridad de la ciudad, por muy controladora que pretendiese ser la forma arquitectónica. Aspectos como los anteriores, así mismo, podrían redundar en una sociedad más virtuosa y armoniosa, y de alguna manera en la felicidad de sus habitantes.


La ambientación retro del proyecto, escenifica el imaginario colectivo de la sociedad ideal de los años 50-60 en EEUU, período en el que el Capitalismo se encontraba en uno de sus puntos más álgidos. Este proyecto, puede decirse que se asienta en alguna de esas bases, respecto de la productividad, eficiencia o competitividad, pero de manera perturbada, que ha degenerado en una radicalización de esos conceptos, cosechando otros de otras ideologías. Ahora, las personas son vistas como piezas de un mecanismo en el que la eficiencia, productividad o beneficio económico están por encima, y del buen funcionamiento de los
mismos, depende la armonía y virtuosismo de la ciudad. Esto genera, sin duda, una ambigüedad controlada como la que se produce en novelas de ciencia ficción como “Un mundo
feliz” de Aldous Huxley o “1984” de George Orwell.

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